PILATES Y DANZA BRASILEÑA

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lunes, 14 de mayo de 2007

LA CULTURA DEL CABELLO

Es innegable, el pelo adorna muchísimo.

Desde el principio de los tiempos, salvo los egipcios que por higiene se rapaban y usaban pelucas de lino, el cabello ha sido y será un importante ornamento humano.

De la importancia del aspecto de nuestro cabello surge una industria preparada para todas las necesidades, melena larga, corta ó teñida, muy lisas ó rastas, todo vale para resaltar uno de los rasgos físicos que más nos definen.

A la mayoría de las personas nos preocupa nuestra imagen y el pelo aquí es definitivo porque puede enmarcar nuestras facciones, disimularlas e incluso esconderlas parcialmente, hay quién se oculta tras un espectacular flequillo, hay quién nunca se lo recoge porque descubriría sus orejas de soplillo. Yo he visto llorar a una amiga mientras le cortaban su larga cabellera trenzada y a muchos hombres con la raya en lugares imposibles para ocultar sus entradas.

No puedo evitar la sonrisa al pensar en todo el mimo que prodigamos a nuestras melenas mientras con tanta crueldad nos arrancamos los pelos de las ingles.


Y no es por que sí todo este royo del pelo, que por cosas de la vida he tenido que verme calva, cosa que bien pensada le pasa a pocas mujeres en comparación con los hombres y que me ha dado para pensar las cosas que os digo y otras que callaré por pudor o mala memoria.

Mi hijo tenía cuatro años cuando se me planteó el tratamiento con quimioterapia. Hasta entonces le habíamos mantenido al margen de las operaciones y demás "pormenores", pero ante el hecho de verme como una bola de billar en pocas semanas y después de probar el "cabello alternativo", (se acercaba el verano y sencillamente me resultaría mas cómodo un pañuelo de algodón), decidí que lo mejor era decírselo.

Fue lo más difícil, al menos al principio, no es porque sí la fama que tienen los chiquillos, su lógica aplastante y natural y la perspicacia de sus sentidos. Cuando decimos que los críos lo captan todo es cierto y lo archivan a su manera. Cuando se les dice una mentira no tardan en encontrar la pieza que no encaja y algo que hiciste para protegerlo le puede dañar al final;

_.Daniel, este verano no tendré pelo en la cabeza._ Su sonrisa me descoloca, lo ha tomado como una broma, entonces yo también le sonrío y le digo que es verdad y como se ha distraído con algo, decido dejarlo ahí.

_.No quiero_. Me dice al día siguiente. _.No quiero que te quedes sin pelo_.


Entonces le expliqué lo mejor que pude que estaba enferma y que los médicos, para curarme, tenían que darme una medicina que haría caer el pelo, pero que cuando terminase el verano volvería a salir otra vez. Desde luego, no quedó muy convencido, tuve que sacar las fotos de cuando él era bebé, su primer rapado de cabeza. Acordamos entre risas que si yo le quería tanto y me parecía tan lindo incluso sin pelo tal vez el podría hacer un esfuercillo.

Ja...


_.Mira hijo, si no quieres verme sin pelo, no me verás, siempre llevaré un gorro en la casa ¿vale? pero para dormir me lo quitaré._ (era una racha en la que no había día que no despertase a mi lado).


Esto se cae a puñados, me voy a pasar la moto y claro, él expectante pero a distancia.

_.¿Te vas a quitar ya el pelooooo?

Y cuando terminé;

_. ¿Te lo has quitado yaaaaa?._

Y al rato, desde la otra punta de la casa;

_.¿Te has quitado el gorroooooo? ¡Mamáááááá, no te quites el gorroooooo!

Yo pensaba que no podía haberlo hecho peor, recordé que siendo pequeña, a mi hermano el mayor que siempre lucía un luck Sandocán, le dio por raparse entero para fortalecer el cabello.

Nadie consiguió sacarme de debajo de la cama en toda la tarde, aquél no era mi hermano, el se reía a mandíbula partida y yo me moría de miedo ahí debajo. Fui a la habitación de Daniel a arroparle y le dije que esa noche dormiría con el gorro puesto, por si quería visitarme de madrugada...

Me despertó con su abrazo.

_.¿Estás calvita mamá?._

_.Sí._

Estuvo así un rato, pensando, luego puso las manitas entre el dichoso gorro y las sienes, lo deslizó suavemente hacia atrás hasta desnudar mi cabeza por completo y me miró con las cejas alzadas y media sonrisa.

_.¡Pero mamá! Si estás muy guapa._

Ese día el agua de la ducha se deslizó por mi craneo desnudo como nunca lu hubiera hecho y mi hijo y yo decidimos que compraríamos pañuelos de algodón y los estamparíamos a mano.

Puedo decir, que mostró decepción cuando por fin empezó a asomar mi pelo...

¡LOS CRÍOS SON LA BOMBA!











































































































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